Se huye de la soledad porque es asustadizo encontrarse y más en estos tiempos en que todo sucede tan deprisa y atropelladamente. Nadie quiere sentirse solo y mucho menos "sentirse solo”. Quizá sinónimo de no hacer nada...y en ese estado de quietud, sin ruidos que vengan de afuera o de dentro, nos sentimos de bajón. Entonces nos apresuramos a tapar fisuras y grietas, todo deprisa, nos entregamos a la música, a la fiesta, a navegar por internet...cualquier cosa es válida siempre y cuando haya "ruido"....
No vaya a ser que en esa soledad el alma se encuentre sin abrigo y el corazón coja frío.
Es por eso que estar a solas con uno mismo provoca vértigo e insomnio, porque... ¿qué esconderá mi alma tras de sí?.... ¿resucitará aquello dado ya por olvidado?... ¿sangrarán de nuevo las heridas que dimos por sanadas?... ¿volverá el pasado para recordarnos que existió?....
Si nos adentramos sin miedo cual guerreros intrépidos tal vez podamos sorprender a aquellos sueños que nos esperan de pie, cansados de tanta espera, pero fieles a la promesa que hicimos.
Vivir supone una carrera frenética contrarreloj cuya meta está en la supervivencia, pues vivimos en una sociedad donde todo funciona al límite muchas veces rebasándolo. Vivimos rodeados de una gran masa de almas humanas absortas sólo en la carrera y poco acostumbradas al avituallamiento.
Sí, es cierto, no estamos solos...tal vez....pero estamos huérfanos de nosotros mismos...venimos solos y nos vamos solos....entonces ¿por qué no detenerse un momento? y preguntarnos:
Querido yo, ¿Qué tal estás, cómo te va todo?
Seas bienvenido a mi vida de nuevo.