sábado, 4 de diciembre de 2010

Un libro:El cor damunt la sorra/ El corazón sobre la arena


Comencé a escribir El corazón sobre la arena unos días después de la pérdida de mi hija Jana en Namibia, en África, en abril de 2005, movido por el impulso profundo de comunicarme con ella y con su mundo extraordinario, un mundo lleno de luz, belleza, inocencia e imaginación, y con la clara intención de retenerlo para siempre. Durante muchos días, inmerso en el duelo por su ausencia, me di cuenta de que una extraña energía parecía dictarme las palabras y los episodios de un cuento que pedía ser escrito. Sentía la necesidad de escribir, y creía que ella, allí donde estuviera, compartiría esta necesidad conmigo. Extrañamente, las palabras del cuento surgían espontáneamente, sin tener que buscarlas expresamente mediante ningún ejercicio intelectual. Surgían así porque eran producto de los sentimientos, de las inquietudes y de los deseos que Jana había oído y transmitido a todas aquellas personas que ella amaba. Escribiendo, notaba como accedía de nuevo al universo de emociones que brilla con luz propia a la edad de la niñez, ya que después, poco a poco, desgraciadamente se va apagando y cubriendo de sombras.


El universo de Jana está inundado de luz. Es un mundo donde el amor no está condicionado a nada ni a nadie, donde la belleza no la definen ni ninguna forma ni ningún color, donde la imaginación no es prisionera de ningún pensamiento, miedo o deseo. Y Jana, como otros niños y niñas que tocan la magia de la vida con sus dedos de oro, es una persona que explora su entorno en busca de las cosas bonitas, únicas y sinceras, y cree que hay tantas como grande es el mundo. Como dice ella, sólo es preciso fijarse bien para darse cuenta, pero sólo una niña de siete años es capaz de ver con el corazón y no con los ojos como hacemos equivocadamente los mayores.

Este cuento, ilustrado delicadamente por mi hermana Gloria, no se ha basado ni se ha inspirado en ningún otro anterior, sino que se ha creado en el mundo interior de Jana, estimulado por multitud de emociones y experiencias compartidas desde el día de su nacimiento hasta su viaje a Namibia. Jana fue a África con el deseo de vivir un cuento como los que ella misma se inventaba, y este cuento aún continúa por las tierras salvajes de Namibia, a la grupa de su caballo alado blanco de cola y crin azules, cabalgando por las dunas del desierto y por las enormes extensiones de hierba dorada, charlando con los leones, descubriendo las estrellas y fotografiando las sombras en el país de los sueños, la imaginación y los seres mágicos. El cuento de Jana explora entre los seres vivos de un lugar tan inhóspito como el desierto, forzados a luchar para sobrevivir, la razón de la existencia; y encuentra respuestas que no dejan a nadie indiferente. Descubre que la existencia es un gran misterio, y que no es nada fácil sobrevivir, pero detrás de las dificultades de la vida ve que se esconde una gran belleza que sólo podemos descubrir si dejamos crecer nuestros corazones.

El cuento está dedicado a todos los niños y niñas de todas las edades que, como Jana, han sentido como su corazón crecía regado por el amor incondicional y las ilusiones, a todos los niños y niñas que, a pesar de hacerse mayores, conservarán —aunque sea en un lugar recóndito de su alma— la fe en el amor y la belleza como la verdadera razón de la existencia que da sentido al universo entero.
[Carta escrita por Jordi Llompart, en octubre de 2006, autor del álbum ilustrado, 'El corazón sobre la arena', con motivo de la presentación del libro, en recuerdo de su hija Jana, muerta en Namibia, África, en abril de 2005 en accidente de tráfico.]

1 comentario:

Virtu dijo...

Lo apuntaré en mi lista de libros pendientes porque la verdad la descripción me ha hipnotizado...
Besiños